Una de las preguntas más comunes que recibo de los estudiantes es: "¿Qué lenguaje de programación debo aprender para ser un experto?". Mi respuesta suele sorprenderlos: no intentes ser un experto en todos los lenguajes. Es imposible.
El mundo de la programación es un océano infinito de tecnologías, frameworks y lenguajes que cambian constantemente. La clave no es saber un poco de todo, sino entender profundamente los conceptos fundamentales: la lógica, la estructura de datos, los algoritmos. Y la mejor manera de hacerlo es eligiendo un lenguaje y construyendo cosas con él.
Pero, ¿qué construir? Aquí es donde la mayoría se atasca. Siguen tutoriales para crear otra calculadora o una lista de tareas, proyectos que no les interesan en lo más mínimo y que abandonan a la mitad.
Mi consejo es simple: encuentra tu pasión fuera del código y mézclala con él.
En mi caso, es el ajedrez. Muchos de mis proyectos personales giran en torno a él: herramientas de análisis, pequeñas aplicaciones para torneos, incluso un videojuego. ¿Por qué? Porque cuando trabajas en algo que te apasiona, la programación deja de ser una obligación y se convierte en una herramienta para crear algo que te importa.
Cuando conectas el código con tus intereses, la motivación deja de ser un problema. Te encontrarás investigando por tu cuenta, resolviendo problemas más complejos y, sin darte cuenta, estarás dominando los conceptos de programación de una forma mucho más profunda que si solo hubieras seguido un tutorial genérico.
Así que no te preguntes cuál es el "mejor" lenguaje para aprender. Pregúntate: "¿Qué problema interesante puedo resolver o qué proyecto divertido puedo crear relacionado con lo que amo?". La respuesta a esa pregunta te dará el mejor camino para convertirte en un gran programador.