Comunicación

Confesión: Creía que Toastmasters era Algo Político

Signo de interrogación

Tengo que admitirlo. Durante años, escuchaba el nombre "Toastmasters" y mi mente se iba a un lugar completamente equivocado. Me sonaba a un club de debate formal, casi político. Me imaginaba a gente en traje, con discursos grandilocuentes y un ambiente demasiado serio y acartonado. Pensaba: "Eso no es para mí".

Esa percepción errónea fue una barrera que me impidió unirme mucho antes. La palabra "Toastmaster" (maestro del brindis) me evocaba imágenes de cenas de gala y protocolos que no tenían nada que ver con mi mundo de código, ajedrez y marketing para negocios locales.

El día que finalmente asistí a una reunión como invitado, mi prejuicio se hizo pedazos en los primeros diez minutos.

No encontré políticos, encontré a una maestra que quería conectar mejor con sus alumnos. Encontré a un emprendedor que quería presentar su negocio con más seguridad. Encontré a un estudiante que quería vencer su pánico escénico. Encontré gente normal, de todas las profesiones y edades, con un objetivo en común: apoyarse mutuamente para mejorar.

El ambiente no era rígido, era de apoyo total. El feedback no era una crítica, era un regalo para ayudarte a crecer. Los discursos no eran sobre política, eran sobre la vida, sobre pasiones, sobre historias personales.

Me di cuenta de que mi idea preconcebida no podía estar más lejos de la realidad. Toastmasters no era un club para "gente importante", era un laboratorio seguro para que cualquier persona, sin importar su nivel, pudiera practicar y convertirse en un comunicador y líder más efectivo.

A veces, nuestros propios prejuicios son las puertas que nos impiden acceder a las oportunidades que más nos beneficiarían. Me alegro de haber abierto esa puerta.